Women in the world
29-08-2016
Por Brigit Katz
¿Por qué 500 «Monjas de Kung Fu» – «Kung Fu Nuns» – están yendo en bicicleta a través del Himalaya?
En una misión para aumentar la conciencia sobre la trata de personas, y con su capacidad atlética radical, estas monjas budistas son las transmisoras perfectas de las enseñanzas de su linaje en materia de igualdad de género.
Desde el devastador terremoto que afectó a Nepal en abril del año pasado, que mató a miles de personas y sumió el país en el caos, la frontera permeable entre Nepal y la India se ha convertido en un caldo de cultivo para la trata de personas. En el lapso de sólo tres meses después del desastre, 725 personas fueron introducidas de contrabando en la India, donde fueron vendidas para el trabajo forzado y la prostitución. Las mujeres y las niñas son especialmente vulnerables a la explotación sexual, y el gobierno de Nepal bajo presión ha sido, en su mayor parte, incapaz de protegerlas.
A lo largo de los meses de julio y agosto, las monjas del Linaje Drukpa, que pertenece a una orden del budismo del Himalaya, han ido en bicicleta a través del Himalaya para promover la igualdad de género y abordar la creciente crisis de la trata de personas en la región. Vestidas con un equipo de ciclismo naranja vibrante, dibujan una onda a través de tráfico y pedalean por las laderas de montañas bregando a pesar de la formación de ampollas por el calor y las fuertes lluvias. La peregrinación o «yatra» en bicecleta de las monjas comenzó en Katmandú, donde se encuentra su monasterio. En el momento en que lleguen a su destino final en Ladakh, India, habrán recorrido en bicicleta más de 2.500 kilómetros.
Durante las paradas en pueblos remotos, las monjas dirigen plegarias e imparten enseñanzas sobre la paz y el respeto. Parte de su misión es la de promover la conciencia ambiental; debido a los gases del diesel se están derritiendo los glaciares del Himalaya y causando enfermedades respiratorias entre los residentes. Las monjas han alentado a los aldeanos a depender en mayor medida de la bicicleta. Cuando las monjas visitan zonas plagadas por la violencia – como Cachemira, por ejemplo – también dan conferencias sobre la importancia de la diversidad y la tolerancia.
Lo más destacado en la agenda de las monjas, sin embargo, es la promoción del empoderamiento de las mujeres.
Aunque ahora las mujeres y niñas de la región se han hecho particularmente vulnerables a la violencia después del terremoto de Nepal – las familias económicamente devastadas a menudo entregan a sus hijas a los traficantes que les prometen una vida mejor en el extranjero – la desigualdad de género ha sido durante mucho tiempo un problema generalizado en los países del Himalaya. La India, Nepal y Pakistán – destinos de las monjas en bicicleta – se alinean constantemente en el nivel inferior de los índices que miden el acceso de las mujeres a la educación, el empoderamiento político y la salud.
«Estamos difundiendo estos mensajes: las chicas también tienen poder, no somos débiles», dijo Yeshe Lhamo, una monja de 27 años de edad que está participando en el Yatra. «En estas regiones escuchan y respetan las enseñanzas religiosas, para una persona religiosa la diversidad y la igualdad debe ser importante, tal vez la gente puede incluir esto en su práctica espiritual también».
Liderando el Yatra, peregrinación, está uno de los pocos hombres que han acompañado a las monjas en su viaje: Su Santidad el Gyalwang Drukpa, que se dice que es el equivalente en el budismo al Papa Estrella del Rock. Durante su permanencia en el cargo como líder espiritual del Linaje Drukpa, el Gyalwang Drukpa ha surgido como un feroz defensor de los derechos de la mujer y ha reformando la condición de la mujer dentro del linaje. A pesar de que históricamente la orden haya relegado a las monjas a las tareas de cocina y limpieza, el Gyalwang Drukpa anima a sus seguidoras a estudiar las enseñanzas esotéricas que habían quedado reservadas a los monjes. Para reforzar aún más la autoestima de las monjas, se contrató a un experto en artes marciales vietnamita para enseñarles Kung Fu.
«Había la prohibición de hacer ejercicio para las monjas,» explicó Carrie Lee, presidenta de Live Love Internacional, una red de organizaciones sin ánimo de lucro fundada por el Gyalwang Drukpa. «Se rompió la prohibición. Aprendieron Kung Fu, lo que infundió mucha confianza en ellas mismas».
Con su destreza atlética radical y desafiante las «Monjas de Kung Fu» son perfectas trasmisoras de las enseñanzas del Gyalwang Drukpa en materia de igualdad de género. Estas mujeres tranquilas y contemplativas pueden ir en bicicleta miles de millas, bajo el calor agobiante y las lluvias. Pueden someter las amenazas físicas con sus conocimientos de artes marciales. Son la prueba viviente de que las mujeres pueden ser tan fuertes como sus homólogos masculinos.
«Muchos hombres que nos conocen dicen, ‘Oh, si yo fuera [al Yatra], tal vez no podría hacerlo», dijo Lhamo riendo. «[Otras] personas no lo entienden. Nos dicen: ‘las mujeres no deben ir en bicicleta de esa manera». Pero les decimos, «¿Por qué? Si un hombre puede, ¿por qué no puede ir en bicicleta una chica? … Nosotras somos seres humanos y ellos también son seres humanos».
Lhamo tenía 17 años cuando se encontró por primera vez con el Gyalwang Drukpa, que visitó su pueblo para dar una conferencia sobre la compasión – la cual, insistió, requería de la acción, no solo de la plegaria y las buenas intenciones. Lhamo se sintió tocada por sus enseñanzas y su aplomo. Decidió inmediatamente que quería ir con las monjas Drukpa y dedicar su vida a ayudar a los demás.
Debido a que estaba solo en el grado 11º en aquel momento, sus padres eran reacios a permitir que abandonara sus estudios y se trasladara al monasterio de la Montaña Druk Amitabha al oeste de Katmandú, pero Lhamo no desistió. «Yo… les dije que iba a ser monja». «Ellos no estaban contentos, pero después de un año, cuando volví a casa, estaban muy contentos de verme y me dijeron que si quería ser monja y estaba feliz, ellos no tenían ningún problema».
Así Lhamo se instaló en la vida del monasterio. Durante gran parte del año, pasan los días meditando, rezando, llevando a cabo el mantenimiento de los jardines del monasterio de monjas y trabajando en la oficina. Las monjas realizan todas las tareas necesarias para mantener el monasterio: trabajos de fontanería, electricidad, otras también se encargan del correo electrónico y la gestión de las cuentas. Asisten a clases sobre negocios y, por supuesto, estudian Kung Fu.
El Yatra, sin embargo, ha empujado a las monjas fuera de la vida monástica y a la primera línea de la crisis de la trata de personas. Hace unas semanas, cuando se disponían a cruzar a la India, Lhamo y sus compañeras ciclistas vieron a la policía detener a un hombre que había estado llevando a un grupo de chicas jóvenes para pasar la frontera. Afirmó que las estaba llevando a la India para obtener medicamentos que no estaban disponibles en Nepal. La policía dijo a las monjas que era más probable que esta persona estuviera tratando de vender las niñas para la prostitución.
«Estábamos muy contentas de que la policía [estuviera] haciendo muchas preguntas y de que las niñas estuvieran a salvo», dijo Lhamo. «Queremos hablar a la gente más y más sobre [las tácticas de los traficantes]».
En su misión de salvar a las chicas del Himalaya, las monjas se enfrentan a obstáculos acentuados: la pobreza, el sufrimiento, las normas culturales que han devaluado mucho a las mujeres. El cambio, si llega, probablemente vendrá lentamente. Lhamo lo sabe, pero también cree en la capacidad de las monjas para plantar la semilla de la paridad de género en las comunidades donde las mujeres y las niñas están en riesgo y, quizás más importante aún, para inspirar a las mujeres y las niñas a creer en su propio valía.
«Por supuesto, un Yatra en bicicleta no puede cambiar el mundo de la noche a la mañana,» dijo, «pero nuestro mensaje de diversidad puede inspirar a una persona, a una niña, a una madre. A veces una persona puede marcar una gran diferencia, una madre puede cambiar a toda su familia, una niña puede hacer cosas increíbles».